Oh sublime y eterno Creador, fuente de toda bondad y misericordia, me acerco a Ti con humildad y reverencia, buscando la luz divina que solo Tú puedes otorgar. En la vastedad de Tu amor, hallo paz y fortaleza para cada jornada, y en la majestad de Tu presencia, encuentro el consuelo que anhela mi alma sedienta.
Te alabo, Señor, con un corazón rebosante de gratitud, por el don de la vida y las bendiciones diarias que inundan mi camino. Como las estrellas brillan en el firmamento, así se ilumina mi ser con Tu inigualable amor. Enséñame a caminar con la dulzura de Tu palabra, que diriges con la precisión del viento suave.
Concede, oh bondadoso Padre, que mi espíritu se llene de fe inquebrantable, que, ante las tormentas de la duda, mi corazón permanezca firme, anclado en Tu promesa eterna. Otorga claridad a mis pensamientos y fuerza a mis pasos para que, en todo momento, pueda ser testigo vivo de Tu gracia transformadora.
Entonces, oh Dios de infinita sabiduría, envuelve mi ser con Tu paz que sobrepasa todo entendimiento. Que Tu bendición me guíe siempre, iluminando mi senda, abrazándome con Tu amor perenne. Que las palabras que brotan hoy de mis labios sean un eco de Tu verdad, resonando en la eternidad. Amén.
Espero que esta oración te inspire y fortalezca en tu caminar espiritual, llevándote más cerca del corazón de Dios.
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